
"Podemos
cambiar los hábitos, incluso los mentales que nos llevan a tratar de sobreprotegernos
con las excusas, haciendo que perdamos oportunidades en la vida. La costumbre
negativa de la procrastinación se puede sustituir por rutinas de acciones
disciplinadas y responsables. Pero ¿de dónde proceden las excusas?, ¿cómo sería
nuestra vida sin ellas? Y sobre todo, ¿cómo dejar de ponerse pretextos?
Los hábitos, sean buenos o malos, tienen
un propósito claro que resulta muy beneficioso: ahorrar esfuerzo. Aunque
parezca sorprendente, una gran parte de las acciones que realizamos son
automatismos inconscientes y no decisiones reflexivas. Por eso convierten los
comportamientos en rutinas que tratan de ahorrar tiempo y energía. Pero ¿y si
esa costumbre estuviese privando a una persona de lo que más quiere? Eso es
precisamente lo que ocurre con las excusas.
Seguramente los pretextos están más
cerca del engaño que del argumento, porque suenan más a justificación subjetiva
que a razón objetiva. El ser humano es experto en crearlas. Tal vez las que
siguen son algunas de las más frecuentes: “Es difícil. Es arriesgado. Algún
día. Creará problemas en casa. No me lo merezco. No me lo puedo permitir. Nadie
me va a ayudar. No soy lo suficientemente inteligente. No sé cómo hacerlo. Soy
demasiado mayor. Soy demasiado joven. Qué pensarán de mí. No tengo la energía
necesaria. No tengo tiempo. Lo haré cuando me retire. Ahora no es el momento.
Esperaré una oportunidad…”.
Dice Camilo Cruz en su conocido
libro La vaca: “El verdadero enemigo del éxito no es el fracaso, como
muchos piensan, sino el conformismo y la mediocridad. Todos cargamos con más
vacas de las que estamos dispuestos a admitir; excusas que ni nosotros mismos
creemos, con las que pretendemos explicar por qué no hemos hecho lo que sabemos
que tenemos que hacer”. Seguramente el autor se refiere al “juego interno del
éxito”. ¿En qué consiste semejante concepto?
Las personas desarrollan dos clases de
juegos: el interno y el externo. El interno sucede en nuestra mente. Es la
pelea interior que tenemos que resolver ante un desafío de la vida, una
decisión compleja o una situación de cambio. El juego externo consiste en
actuar y resolver. Cuando una persona pierde la partida interna, lo más seguro
es que acto seguido ocurra lo mismo con la externa. Es decir, cuando alguien se
pone excusas, lo más seguro es que no actuará. Y si bien no experimentará un
fracaso, tampoco conseguirá un éxito y, lo que es peor, no tendrá una
experiencia de aprendizaje.
Pero además los pensamientos están
expuestos a las mentes de otras personas continuamente; es decir, son
susceptibles de contaminarse con el contagioso virus de la excusa. Algunas
personas lo incuban desde pequeñas, ya que antes de los diez años todos hemos
sido expuestos a un surtido variado de memes (unidad de información
transmisible de persona a persona por imitación). Cuando un meme entra en la
mente, sin duda va a influirla sutilmente. Por suerte, siempre es posible
cambiar cualquier patrón mental adicto a las excusas, no importa cuánto tiempo
haya tomado el condicionamiento. ¿Cómo? Con la autodisciplina.
Mucha gente piensa que el éxito viene de
la buena suerte o de un talento enorme, pero muchas personas de éxito alcanzan
sus mayores logros de una manera más sencilla: a través de la autodisciplina, a
través de vivir sin pretextos.
No importa de qué área de la vida se
habla: relaciones, carácter, salud, éxito personal, condición física, negocios,
gestión del tiempo, amistad y familia, liderazgo, consecución de objetivos,
ventas, finanzas, solución de problemas… la autodisciplina siempre es la clave.
Basada en el dominio de sí mismo o autocontrol, es realmente la respuesta para
conseguir lo que una persona se propone. Importa más la voluntad que la
formación o la inteligencia. Cuando una persona puede elevar el nivel de su
autodisciplina, se convierte casi en imparable.
Lo que sigue son cinco actitudes para
acabar con el hábito de las evasivas: disciplina, persistencia, coraje,
coherencia, trabajar con objetivos y autorresponsabilidad.
La primera es la más poderosa. Puede
sonar a obligación, pues parece sugerir una acción forzada, pero nada más lejos
de la realidad: disciplina en realidad significa ser discípulo de una idea que
se ama. Precisamente por seguir una elección guiada por la autoestima, somos
capaces de decir adiós para siempre a las excusas.
Pero ¿cómo activar la autodisciplina?
Aquí es donde pide entrada el concepto de las buenas preguntas que abren
nuevos paradigmas de percepción.
Alguien dijo que cuando se afronta un
problema, todo lo que se necesita para hacerle frente es formularse una buena
pregunta y atreverse a responderla. No una pregunta cualquiera, sino una
pregunta que haga pensar y también que permita intuir cuál es la mejor
decisión. En efecto, todo lo que necesita una excusa para disolverse es una
pregunta certera.
Las preguntas son una poderosa
herramienta para el cambio personal y la toma de decisiones importantes. En el
coaching se usan con frecuencia para diseñar nuevas perspectivas. Las
preguntas, como siempre exigen una respuesta concreta, ayudan a crear un nuevo
modo de ver las situaciones y consecuentemente a generar un cambio de actitud o
mentalidad.
Estas son las preguntas que ayudan a
disolver las excusas: ¿de dónde procede?, ¿es verdad?, ¿cómo es mi vida con
ella?, ¿cómo sería mi vida si la dejara de lado?, ¿qué se esconde realmente
tras ella?
Cinco preguntas nada más, pero, una vez
formuladas, el inconsciente ya no puede dejar de pensar en ellas y buscará
respuestas aquí y allá hasta que las encuentre.
Lo primero que suele descubrirse es que la mayoría de
los pretextos simplemente no son verdad, y nunca lo han sido, solo eran
hipótesis sin confirmar. Otra certeza que se adquiere tras formular la
mencionada batería de preguntas es que son… ¡argumentos de otras personas!
Puede parecer ridículo, y en realidad lo es, pero así es como sucede. Alguien
dice: no se puede esto o no conviene lo otro… y quien lo oye confunde una
opinión no contrastada con una verdad justificada.
Lo siguiente que ocurre después de reflexionar sobre estas cuestiones es
que las personas descubren cuánto se pierden en realidad y el elevado precio
que acaban pagando por autoengañarse: tratamos de protegernos de cometer un
error, y el efecto es que el miedo que inspira las excusas siempre es una
estafa."
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