
Comparteixo un
article de la psicòloga Irene Orce titulat ¿Para que sirve el
sufrimiento? i publicat a la Vanguardia.
"Angustia, tormento, desesperación… El sufrimiento nos convierte en prisioneros de una existencia desnuda y vacía. No en vano, los expertos lo definen como la causa
más común del tan silenciado suicidio. Cuando toma el control de nuestra mente,
nada parece tener sentido. Como un “tsunami” emocional, arrasa con cualquier
vestigio de alegría y bienestar,
consumiéndonos. Sin embargo, también nos brinda la oportunidad de reflexionar
sobre nuestra propia vida, pues nos conecta con nuestra más profunda vulnerabilidad.
Si nos permitimos
bucear en ese espacio interior auténtico, crudo y honesto, donde reposan nuestras verdaderas
inquietudes y necesidades, podremos
redefinir nuestros límites, reubicarnos y
reconstruirnos, saliendo fortalecidos de la experiencia. Así, aprender a
transformar el sufrimiento en una fuente de aprendizaje nos permitirá tomar impulso de nuevo, creciendo
ante las dificultades y superando obstáculos que creíamos insalvables. De ahí que los grandes
sabios afirmen que el sufrimiento puede convertirse en un gran maestro, una puerta abierta a la comprensión.
Sin embargo, para
aprender de la experiencia que nos
ofrece, es necesario trascenderlo. Y el primer paso
para lograrlo es tomar consciencia de la diferencia que existe entre el dolor y el sufrimiento. Mientras el dolor es una
reacción física (como por
ejemplo un fuerte dolor de cabeza), el sufrimiento es una reacción psicológica, una interpretación negativa de ese mismo dolor, que
nos limita y nos lleva a
quejarnos, lamentarnos y
victimizarnos. Así, mientras el dolor es inevitable, el sufrimiento es algo que
depende de la forma en la que reaccionamos ante un estímulo determinado.
Cómo pasar de oruga
a mariposa
“La adversidad es ocasión de virtud”, Séneca
“La adversidad es ocasión de virtud”, Séneca
Cuenta una
antigua historia que un joven
paseaba por el bosque. En su camino, halló una crisálida de mariposa resguardada entre las hojas de una planta,
y la curiosidad le impulsó a llevársela a su casa para ver cómo nacía. Tras esperar durante varias horas, el joven observó,
emocionado, cómo se había abierto un diminuto orificio en el capullo de mariposa. A los pocos minutos,
empezó a notar cómo luchaba por salir a través del minúsculo agujero.
El tiempo pasaba, y
parecía que la mariposa se había
quedado atascada. Daba la sensación de que no progresaba en su intento por
librarse de la cárcel de la crisálida. El
joven, generoso y atento, decidió ayudarla. Sin pensarlo dos veces, cogió unas
finas tijeras y realizó un
corte lateral en el orificio del capullo para agrandarlo y facilitarle la
salida. Y la mariposa salió al exterior sin necesidad de hacer ningún esfuerzo más.
El joven,
satisfecho por su intervención, se quedó mirando a la mariposa, que tenía el
cuerpo hinchado y las alas pequeñas, débiles y plegadas. Esperaba ansioso
ver cómo volaba por primera vez. Sin embargo, debido a su ignorancia, había impedido que la restricción de la abertura del
capullo cumpliera con su función natural: incentivar la lucha de la mariposa, de manera que los fluidos de su cuerpo
nutrieran sus alas para fortalecerlas antes de
salir almundo y comenzar a volar.
El sufrimiento como oportunidad de aprendizaje
“Aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento”, Gerardo Schmedlig
El sufrimiento como oportunidad de aprendizaje
“Aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento”, Gerardo Schmedlig
Nuestra mente, traicionera, se aferra al miedo, a la exigencia, al
deseo y a las dañinas expectativas. Y cuando la
realidad no se adapta a lo que nosotros esperamos, nos invade la frustración, preludio del sufrimiento. Este dolor psicológico es
el resultado de todas aquellas creencias y reacciones que limitan nuestra comprensión, y tiene una clara función: derribar los muros de
nuestra ignorancia, ampliando nuestro nivel de consciencia.
Aunque la mayoría
de seres humanos pasan por la vida huyendo del sufrimiento, se trata de una gran oportunidad para aprender y evolucionar, haciéndonos más fuertes y sabios. De ahí la importancia de atrevernos a
enfrentarlo. Y sea cual sea la causa que lo desencadene, no desaparecerá hasta
que la comprendamos y la integremos en nuestra
forma de ver la vida.
El sufrimiento nos
enseña que no podemos controlar nuestras
circunstancias, pero sí la actitud que tomamos ante ellas. Nos ayuda a superarnos a nosotros mismos, a eliminar nuestras resistencias. Y cuando comprendemos el mensaje que nos quiere
transmitir, se desvanece. Al fin y al cabo, esta perversa trampa de la mente nos lleva a saturarnos de malestar. Y al llegar a nuestro límite, el cambio se convierte en algo necesario e inevitable. Dejar de sufrir pasa por conocernos a nosotros
mismos y aprender a ser protagonistas de
nuestra vida, en vez de víctimas de nuestros
pensamientos. La clave está en comprender que, como en la historia de
la mariposa, la adversidad tiene su
función…."
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